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¿Qué es la tradición en la astrología?
Traducido al español por Quique Bérniz.
Hay un libro de Miljiana Mitrovic & Alexsandar Imsiragic que es una colección de cartas natales de astrólogos notables. Desde los tiempos más lejanos hasta el presente. Está en serbio, pero como es una colección de cartas natales el idioma no importa mucho. Lo que me llamó la atención cuando las estaba observando es que todos los astrólogos vivos asociados con la astrología tradicional cuyas cartas estaban publicadas allí tienen oposiciones Sol/Saturno cercanas. Mientras que esas pequeñas y esponjosas criaturas que retozan en los soleados campos de la astrología moderna tienen… ¡cosas como planetas en Libra! Y muchos de ellos no tienen a Saturno en su carta en absoluto.
¿Qué nos quiere decir esto –aparte del hecho de que los astrólogos tradicionales no están en lo más alto de la lista de invitados a la fiesta de nadie? Podríamos pensar, “Aha, tienen esa obsesión con el pasado –con cosas que deberían estar bien muertas y desaparecidas desde hace tiempo”. Pero luego, miramos las natividades de Lilly, Culpeper, y encontramos exactamente las mismas oposiciones cercanas Sol/Saturno. Nunca cruzó por la mente ni de Lilly ni de Culpeper que estuvieran haciendo astrología “tradicional”, o que hubiera algo anacrónico en lo que estuvieran haciendo. Practicaban astrología como lo que es – no había ninguna otra variedad en oferta-.
Lejos de ser el duro tradicionalista de la leyenda moderna, Lilly era, de hecho, un modernista entusiasta. Para las innovaciones que Kepler estaba cocinando –el contradictorio sinsentido de los aspectos menores-, Lilly era el primero en la cola. Estoy seguro que si te hubieras acercado a él y le hubieras dicho, “Hey, Bill, ¿has oído hablar de Sedna?”, se hubiera entusiasmado. “Wow, mira – está justo encima de mi Quirón”. Volveremos sobre esto después.
He escuchado a algunos referirse a la principal línea de la astrología del siglo XX como “astrología tradicional”, con un alegre desconocimiento de si otra forma de astrología existe o ha existido. Pero parece que hay una creciente conciencia de que hubo vida antes de Alan Leo. Podemos discutir sobre las virtudes que posea la principal corriente astrológica del siglo XX, pero no creo que haya argumentos serios para denominarla como tradicional.
Volvamos a la pregunta: ¿qué es la astrología tradicional? Dentro del mundo de esas criaturas miserables y afligidas por Saturno que podrían ser definidas, ya sea por ellos mismos o por los demás, como “astrólogos tradicionales”, hay varias facciones bajo diversos nombres – no muy distinto de lo que ocurre con los políticos revolucionarios. La gente se lleva un terrible disgusto si los alineas en la facción equivocada, como si estuvieras confundiendo a los trotskistas con los maoístas.
Están aquellos que practican “astrología medieval”. Me desconcierta por qué alguien querría esto. Yo vivo en el siglo XXI. Mis clientes viven en el siglo XXI. ¿Por qué debería practicar astrología medieval? ¿“Me ama”? “Oh, en realidad no importa mucho: ambos vais a morir mañana a causa de la Peste Negra”
Debo remarcar aquí que cuando yo uso el término “astrología moderna” como contraste con la astrología tradicional, hago esto de una manera muy amplia, como una abreviación de algo como “la astrología que más comúnmente se practica en el mundo moderno”. Mantengo firmemente que la astrología que yo practico es igual de moderna que cualquiera que utilice un gran número de asteroides. Es completamente moderna – sólo que con unas raíces algo más profundas.
Escuchamos sobre “astrología clásica”. Clásica ¿en contraste con qué? Si tenemos algo catalogado como “astrología clásica”, probablemente tendremos montones de otras cosas clasificadas como astrología “fácil de escuchar”*. De hecho, mucha de la astrología practicada en el mundo moderno es exactamente eso: astrología “fácil de escuchar”.
Pero esto no es un fenómeno moderno. Mucha de la astrología practicada a lo largo de la historia de la astrología ha sido astrología fácil de escuchar, porque en muchas ocasiones es o que la audiencia del astrólogo quiere. “¿Cuándo lo conoceré?” “Oh, muy pronto –y de una manera absolutamente inesperada”. O, en un nivel un poco más sofisticado, la clase de cosas que podemos leer en los almanaques: “Hay un eclipse en –bueno, realmente en cualquier signo que te guste- por lo que una persona notable morirá”. Y, adivina qué: en algún lugar u otro alguna persona noble muere, y por lo tanto se demuestra que hay un orden en el universo. Dios está en el cielo y todo va bien en el mundo.
Esta demanda de la astrología “fácil de escuchar” es una de las principales razones por las que encontramos tanta paja en los libros de texto, tanto antiguos como modernos. Porque esto es todo lo que el astrólogo de fácil escuchar necesita: unos embelecos plausibles para murmurar antes de decirle al cliente lo que exactamente el cliente quiera escuchar.
Medieval y Clásico son términos empleados por lo astrólogos tradicionales con ellos mismos. También se oye, de tanto en tanto, el término “fundamentalista” aplicado por los demás. En el momento actual, por supuesto, llamar a alguien fundamentalista te permite desestimar su argumento sin necesidad de pensar sobre ello. En la medida en que “fundamentalista” no tiene otro significado que este, parece ser de exclusividad y dogmatismo rígido. Yo sugeriría, sin embrago, que la visión de la modernidad, con el lema “esto es verdad para mi” es totalmente exclusivista y completamente dogmática, en su incapacidad o rechazo para encontrar valor en algo que no reconozca en sus propias asunciones básicas.
Yo he sido criticado en numerosas ocasiones por escribir en mis libros que las cosas son verdad, en lugar de “son verdad para mí”. No soy lo bastante arrogante para ver por qué lo que es verdad para mí debería ser del menor interés para alguien aparte de mis más cercanos y más queridos. Lo que es verdad para mi es que Grateful Dead es mucho mejor que Celine Dion, pero no voy a escribir un libro para argumentar esto.
Hay un término que me gusta, sin embargo. En nuestra conferencia sobre la Verdadera Astrología y en el intensivo de Natal de 6 días, que tenemos casi todos los años, estaba hablando sobre astrología helenística cuando un error de nuestro traductor al alemán dio nacimiento al maravilloso concepto de astrología hedonística. Esto es algo a lo que he dedicado algunos años de profusa investigación.
Observemos un poco más a William Lilly. Hay una extraña aflicción en la vista que afecta a la gente cuando se aproxima a Lilly. Esto hace que el 50% del título de su gran libro sea invisible. ¿Cómo se llama? ¿Astrología? ¿Astrología Horaria? ¿Astrología Gruñona? Bueno, no: “Astrología Cristiana”. Cuando este otro 50% del título es observado, se explica como una manera de quedar bien ante los poderes que podrían perseguirlo –una especie de ofrenda a sus altares. ¿Por qué alguien querría llamar a lo que hace Astrología Cristiana, excepto como una forma de cruzar los dedos y esperar que no le pasara nada?
Lejos de ser una forma de ser políticamente correcto, este 50% del título fue para Lilly, probablemente la palabra más importante de todo el libro. Es por eso que es la primera que se lee. Está haciendo una referencia directa a Tertuliano. Si has leído a Lilly y piensas que es una especie de malhumorado o algo así, intenta leer a Tertuliano. Es el Liam Gallagher de los Padres de la Iglesia.
En un punto de su tratado “Sobre la Idolatría” Tertuliano dirige su atención específicamente a la Astrología. La Astrología es idolatría porque implica investir de poder a los planetas. Nosotros podemos pensar que no hacemos esto hoy en día, ¡pero oh si lo hacemos! Cada uno de los que han dicho “Saturno está transitando sobre mi Ascendente, por lo tanto esto es un mal tiempo para mí” o “No puedo hacer eso hoy, porque Mercurio está retrógrado”, está invistiendo de poder a los planetas. Mis colegas están fuera en el patio preparando el fuego, por lo tanto aquellos de vosotros que hayáis hecho esto, por favor formad una fila cuando la conferencia acabe y os quemaremos en la hoguera.
“Pero”, Tertuliano dice, en su discusión sobre la Astrología, levantando un argumento contra sí mismo, “Qué ocurre con los Reyes Magos”. Ellos eran astrólogos”. El interpreta lo referido en el Evangelio de que “volvieron a casa por una ruta diferente”. Ellos fueron cambiados por el encuentro con Cristo. Abandonaron la Astrología y tomaron… no especifica qué – abrieron una tienda de regalos, quizá. A lo que exactamente se refiere Lilly es a la declaración de Tertuliano de que “la Astrología de hoy en día trata de Cristo. Es la ciencia de las estrellas de Cristo”. Por lo tanto, cuando Lilly llama a su libro Astrología Cristiana, es una declaración radical. No es que quisiera ser políticamente correcto, sino una forma de tomar partido/proclamación de lealtad.
Lilly era un milenarista. No sabemos exactamente a qué secta se adhirió, pero está claro que él creía que estaba viviendo en los últimos días. Dentro del espacio de su vida, o la segunda llegada de Cristo o el reino de los santos que precedería a esta segunda venida ocurrirían indudablemente. Y él dirige su astrología a ese gran evento.
Tertuliano no estaba, por supuesto, propugnando una nueva astrología – “¡Hey, así es como debe hacerse la Astrología cristiana!”. Él lo que está diciendo es que la Astrología es ahora redundante. Es muy improbable que Lilly hubiera leído a Tertuliano. Pero es igualmente de improbable que él no hubiera escuchado el argumento de Tertuliano algunas veces de algún encendido predicador vituperando contra los astrólogos. Arremetiendo contra personas como Lilly. Recordemos que Lilly habría escuchado de dos a tres sermones en cualquier domingo dado, y la idolatría, especialmente la cuestión de qué era o no era constitutivo de idolatría, era el gran asunto religioso del momento. Estos predicadores se habrían referido a algo muy distinto a que “la astrología de hoy en día trata de Cristo”. Ellos estaban siguiendo a Tertuliano y rechazando la astrología. Pero Lilly recoge esta declaración y la toma para sí mismo: “OK,” está diciendo “esto es una Astrología cristiana”.
Por lo tanto el título de Astrología Cristiana es una atrevida declaración de intenciones: es su manifiesto para el libro. Nosotros pensamos que estas declaraciones de intenciones son fáciles de hacer; realizarlas es más difícil. Algunos aquí entre mi audiencia han escrito libros: vosotros sabéis bien la diferencia entre el propósito ambicioso y a lo que uno puede llegar. ¿Está Astrología Cristiana a la altura de la ambiciosa visión del Lilly? No tanto. Hay una terrible cantidad de astrología “fácil de escuchar” en él.
Lilly recoge lo que ya ha aparecido antes en los manuales de astrología. Hace una cierta criba –“los antiguos dicen esto, pero eso no funciona” – pero no demasiado. Además hay pasajes donde busca algo más. Estos son sus juicios políticos: tanto en ejemplos horarios sobre asuntos políticos, como en aquellos pasajes de su volumen de Natal en los cuales refleja el estudio hecho a la carta del rey Carlos, donde las descripciones son por supuesto retorcidas hasta su poco imparcial visión de los eventos.
Por ejemplo, hay una horaria sobre la forma de ejecución que el Arzobispo de Canterbury podría sufrir. El argumento de Lilly sobre esta carta no obedece en nada a los principios astrológicos. Lo que está escribiendo no es más que una pura obra de propaganda. Su interés está en mostrar que el Arzobispo de Canterbury –que era del partido del rey, y por lo tanto el mayor de los malvados para Lilly- es un malvado, y esto es así porque así está dicho por las estrellas; y que él merece su destino; y que el Parlamento está siendo muy comprensivo con él por darle una muerte más digna –cortarle la cabeza en lugar de colgarlo. Lilly da su poco convincente adenda, que “Yo pensaba que era un tipo bastante decente”. Pero es bastante obvio si consideramos todos los juicios de Lilly que él no estaba pensando esto en absoluto: “Oh no, tú no, Bill”. Esto es simplemente decir “No penséis que estoy retorciendo las cosas porque él no me gusta. Mirad: estas son las evidencias astrológicas”.
Y no lo son. Encontramos aquí la astrología Cristiana radical de Lilly, así como él demostraba que los eventos políticos de su momento son guiados y ordenados por Dios, así lo demuestra en sus escritos sobre las estrellas. “Está todo bien, amigos. El Pez Gordo está de nuestro lado”. Esto es, por supuesto, exactamente lo que estamos haciendo cada vez que miramos una carta y decimos, “tu Luna está en mi Sol: oh querida, estamos hechos el uno para el otro”. Lilly no fue de ninguna manera la primera persona que había usado la Astrología de esta manera: toda esta propaganda estaba casi desde los inicios. Pero es su creencia en que su astrología está ayudando a hacer llegar el reino de Dios a la tierra lo que explica el invisible 50% del título de su libro.
O sea, que en Astrología Cristiana hay un montón de astrología de fácil escucha; tenemos un montón de propaganda – George Orwell dice que, utilizando la política de la palabra en su sentido más amplio, el “deseo de empujar el mundo en una cierta dirección”, “ningún libro está realmente libre de sesgo político”. Lo cual es muy cierto: si escribes una lista de la compra tiene una agenda política. Y luego, como con cualquier libro algo más complejo que las tablas de multiplicar, las lagunas en el conocimiento del autor.
Es por esto que Lilly está tan interesado en las innovaciones: para llenar las lagunas de su conocimiento.
Siempre existirán tales lagunas, a excepción, quizás, de los autores que esperan estar muertos antes de escribir – lo cual en algunos casos, pienso que es una excelente idea. La lógica de un libro demanda que no podemos dejar lagunas. Sabemos A, sabemos B; pero tenemos que hablar algo sobre C, y “Oh, querido, C es algo sobre lo yo no estoy muy seguro”. A menudo, la exigencia de esta necesidad produce inspiración, un salto hacia adelante en nuestro conocimiento. A menudo lo que produce es más parecido al Coyote dándose cuenta de que ha saltado por el precipicio. Lilly tiene sus momentos de Coyote.
Estoy hablando aquí sobre Lilly aquí, porque hay quienes piensan que sus escritos son una revelación infalible, y retuercen los argumentos con la intención de justificar su punto de vista. Exactamente lo mismo se puede decir de Bonatti –otro popular candidato a la infalibilidad – o de cualquier otra autoridad. He analizado sólo tres razones de por qué los libros no son infalibles. Hay muchas más. Los libros no son para confiar en ellos, y conferirles autoridad es un error.
Por lo tanto, el popular juego entre los astrólogos tradicionales de darse unos a otros en la cabeza con pesados volúmenes es una tontería. Están aquellos a los que les gusta jugar “mi autoridad es más antigua que las tuyas”. Otros prefieren la variante “mi autoridad es más oscura que la tuya” – ¡si consigues basar toda tu astrología en los trabajos de alguien del que nadie ha oído hablar nunca, realmente tienes algo!
Ibn Ezra es instructivo aquí. Ibn Ezra poseía la que indudablemente es una de las mentes más sutiles que nunca se haya dedicado a la astrología. Pero la astrología no era su trabajo diario. Él era un rabino. No cualquier viejo rabino, sino el hombre que Maimónides consideraba como el más grande de los rabinos comentadores de la Biblia. Y ¿qué es lo que hace un rabino? Argumenta. Por lo tanto conoce un par de cosas sobre argumentar –lo que es un argumento sólido y lo que no.
Su Libro de las Natividades no contiene nada particularmente extraordinario en términos de técnica. Lo interesante es la forma en la que trata a las autoridades. He dicho que Lilly hace una cierta cantidad de cribas en Astrología Cristiana. Ibn Ezra cita autoridad tras autoridad, y repite casi como un estribillo a través del libro “Esto no tiene ningún sentido”, “Esto posiblemente no funciona”, ¿ha mirado este muchacho alguna vez una carta?”. Uno casi puede verlo tirándose de los pelos desesperado por lo que esa gente ha escrito. Una lección para todos nosotros. Como dijo Culpeper, mantengamos nuestra inteligencia en la cabeza, porque es el lugar dispuesto para ella, no en nuestros libros.
Si seguimos el consejo de Culpeper, no necesitaremos que nuestras autoridades sean infalibles. El gran valor de Lilly – de nuevo, tomo a Lilly como ejemplo, porque estoy más familiarizado con su trabajo que con el de otros - no es porque sea infalible, sino por la forma tan obvia en la que se equivoca a menudo. Por ejemplo, calcula concienzudamente el temperamento de alguien, y después dice, “Pero yo conozco a este muchacho, y no es así en absoluto”. O se queja de que una clienta de una consulta horaria no se muestra agradecida con él después de que le dijera cómo podría persuadir a cierto hombre para que se casara con ella. Si vemos la carta, diríamos: “Por supuesto que no está agradecida, Bill – ¡la has casado con el hombre equivocado!
Si él no lo hubiera hecho tan obviamente mal, podríamos pensar que su método es perfecto. Pero está lejos de ello. Como, por supuesto, todos los métodos que existen –pero podemos aspirar a mejorarlos. Lo cual me hace volver al Lilly entusiasta modernista. Hay lagunas en nuestro conocimiento. Por supuesto que las hay. ¿Cómo podemos rellenarlas? Hay dos respuestas habituales. Hay una respuesta desde la modernidad, la que se alcanza en el futuro, adquirir suficientes nuevas cosas para que podamos dejar atrás los defectos del material viejo. Estoy hablando de la modernidad no solo en términos astrológicos, sino como la actitud que prevalece en el mundo occidental desde los últimos cientos de años.
Y después hay una respuesta que frecuentemente se afirma –creo que incorrectamente- que es el método tradicional, volver de nuevo al pasado.
La distinción entre lo que es tradicional y lo que no lo es, es frecuentemente considerada como una división temporal. Las cosas antiguas son tradicionales; las nuevas no lo son. Esto es un error – un hecho que veo más claro ahora que cuando estaba escribiendo La Verdadera Astrología. La astrología tradicional no acaba en algún punto en el siglo XVIII. Está bien viva hoy. Un libro como Manual de Astrología Horaria, por ejemplo no es literatura secundaria, es un libro sobre la tradición. Es una parte viva de la tradición como lo es cualquier escrito de alguno de los muertos ilustres.
Tampoco es cierto que cualquier escrito del pasado lejano sea parte de la tradición. La tradición occidental de la astrología es la tradición monoteísta. Es la astrología de los judíos, de los cristianos y de los musulmanes. Y como tal, se opone y está en contra de cualquier astrología enraizada en el relativismo. La astrología egipcia; la astrología helenística; la astrología védica; la astrología generalmente practicada hoy: no son parte de la tradición occidental, y, debido a las filosofías dentro de la cual se enmarcan, tienen mucho más en común entre sí que con esa tradición.
Esto tiene mucho que ver con por qué la astrología helenística es para muchos el rostro aceptable de la tradición. Sí, los griegos escribieron un montón de libros, y tuvieron la decencia de poner “Astrología” en grandes letras en sus portadas, en lugar de hacernos leer entre líneas para encontrar la astrología, como en muchas otras obras. Pero sospecho también que el entusiasmo por los griegos tiene mucho que ver con la imagen de que esta sociedad se parece en muchos sentidos a la nuestra – algunos autores modernos sin duda imaginan un empleo en la Biblioteca de Alejandría. Esto ha llevado a una sobrevaloración del lugar de los helenos en la historia.
Es también muy importante darse cuenta de que la tradición no es un anhelo de tiempos pasados en los que las cosas eran mejores de lo que son hoy. Hay una literatura tradicionalista fuera del mundo de la astrología –autores como Huston Smith, Coomaraswarny, Schuon – que tiene ese punto de vista, y los astrólogos tradicionales son frecuentemente acusados de adherirse a ella, no importa los pocos que lo hagan así. “Hubo una vez una edad de oro, y la vida ha ido empeorando inexorablemente desde entonces”. No importa con qué seriedad intelectual este punto de vista sea expresado, siempre me recuerda la firme creencia de mi abuela en que la civilización tocó a su fin cuando los carteros dejaron de utilizar gorra. Este punto de vista es profundamente no-tradicional. Se debe mucho a la nostalgia de la juventud perdida; mucho al movimiento Romántico, con su idealización de la infancia: nada en absoluto a lo que es una comprensión de lo que es la tradición.
La tradición es algo vivo. Vive y respira, se mueve y cambia. La tradición que no cambia está muerta – y ¿qué interés tendría para nosotros, aparte de ser una pieza de estéril arqueología intelectual? Este cambio es a lo que la Iglesia Católica se refiere como “la operación del Espíritu Santo”. Esto no es una abstracción teológica, sino el reconocimiento de que la tradición, como un individuo, puede crecer en sabiduría. Se aprenden cosas, se realizan cosas. Crecemos.
Desde una dirección diferente a esta literatura tradicionalista, el teólogo Josef Pieper escribe que la tradición debe ser transmitida exactamente como fue recibida. Esto también es un error. Si la tradición fuera un artefacto material, por supuesto que sería verdad: si heredo la Mona Lisa de mi padre, es mi deber transmitirla a mi hijo sin añadirle ningún embellecimiento propio. La tradición no es un artefacto material. Debe cambiar, debe ser cambiada. Lo vital es que estos cambios siempre preserven su esencia pura. Siempre y cuando esa esencia permanezca – siempre y cuando su verdad filosófica no se corrompa, no caiga en el relativismo fácil para adecuarse a las tendencias contemporáneas – la forma externa de esta tradición debe adaptarse a las exigencias de los tiempos, o puede convertirse en un mero anacronismo. ¡La astrología tradicional no es un drama de época! La idea de que deberíamos adherirnos estrictamente a esta o aquella autoridad del pasado es tan ridícula como las películas de romanos en las que un joven actor americano se envuelve a sí mismo en una sábana y pretende ser un anciano romano.
La idea que busca la perfección en el pasado –una vez hubo perfección y hemos caído desde entonces- no es más que el reflejo de la idea de que todo en el futuro será perfecto con sólo juntar suficientes cosas nuevas: descubrir suficientes nuevos planetas, por ejemplo. La historia de la Torre de Babel debería persuadirnos contra la idea de la perfección hecha por el hombre en el futuro. Pero cuando aquellos que buscan autoridades en el pasado se dan unos a otros en la cabeza con pesados volúmenes, vemos que alcanzar el pasado nos puede llevar igualmente a Babel.
Propongo que nuestra actitud hacia la tradición debería ser no intentar revertirla a su pasado, no intentar volver a reconstruirla en el futuro, sino comprenderla en el presente. Esta mayor comprensión no va a venir de leer muchos libros, sino de ir cambiando gradualmente las percepciones de lo que vemos delante de nosotros, y no sólo de manifestaciones de nuestro propio yo. Esto requiere buena voluntad para cambiarnos a nosotros mismos para que podamos entender, no una disposición a cambiar la astrología para que así pueda ser entendida. Es por esto que las palabras con las que Ibn Ezra comienza su libro son las palabras más importantes jamás escritas sobre astrología: el principio de la sabiduría es el temor de Dios. Es esto lo que es el corazón de la tradición astrológica occidental.
Porque esta es la relación geográfica básica: arriba está el Creador; nosotros somos sus criaturas – y por consiguiente hay una relación necesaria entre nosotros. Esto es fundamental. “Tú estás aquí” en el mapa astrológico. No importa lo elaborado que hagamos ese mapa, o cuantos nuevos planetas le añadamos, o cuantas antiguas técnicas desenterremos: si no tenemos el “Tú estás aquí”, el mapa es inútil. Es evidente cómo muchas de estas innovaciones –ya sean importadas del futuro o del pasado- son un intento de suplir la ausencia de exactamente eso “Tú estás aquí”.
La verdad no está en algún lugar de ahí detrás, ni en ningún lugar de ahí delante, sino sólo, siempre, y por siempre, allá arriba.
Por todo ello es por lo que ésta es la imagen del astrólogo tradicional.